Estoy sentado en una mesa frente a la estufa. En el sillón está dormitando Boro. Suena una música muy agradable, es lunes. Puedo recalentar el agua del mate que se me enfrió por dar vueltas, pero eso cortaría capaz este rapto de inspiración.
Estoy sentado en mi mesa frente a mi estufa en mi departamento, tipeando esto en mi computadora mientras mi celular emite una música muy agradable e ininterrumpida gracias a mi suscripción a una plataforma.
Tengo todo lo que necesito.
Es tan obvio como elusivo. Tengo todo lo que necesito. No todo lo que deseo. Llevo meses endeudado, siempre al borde, jugando con el crédito, siempre detrás del último rapto de deseo. Pero en realidad no se lo que quiero. Compro porque creo que quiero, pero no. Ya se escribió mucho sobre esto. Pero no importa, el tema es cuando y como nos pega la información más básica. Ya sabemos que fumar es una mierda.
No se lo que deseo.
Estoy muy angustiado por un evento del día de ayer. De esos que te sacuden la estantería, de esos que te ponen a escribir. Ese es mi debate con Pablo: claro que quiero ser feliz, pero no estoy entregando por completo mi subjetividad, mis creencias, si simplemente me entrego a la idea de ser feliz? Suena bien. Pero... ¿Es un esfuerzo? Si no se ni lo que deseo... ¿Por qué me angustia tanto perderlo? ¿Será que confundo el deseo con la necesidad, y mezclo la ropa en los cajones?
Esta mesa la compré con plata prestada por el Banco Provincia a principios del año 2023. No sabía cómo iba a devolver esa plata, pero decidí que eso era lo que necesitaba mi vida para dejar de ser un marginal: empujarme a mi mismo al límite, a la deuda, al abismo. Terminé de pagar el préstamo en 2024, ya con un trabajo estable. Las cosas se fueron acomodando. Pensé que no iba a volver ese abismo. Pero sigo completamente capaz de ejercer la angustia más profunda en mi corazón.
Quiero ser querido, amado, aceptado. Me cuesta querer, amar, aceptar.
Entre el deseo y la necesidad, se ubican estas carencias mías.
Este es el abismo final: me empujo a mí mismo. Salgo sin deudas, o no salgo más.